
En Las Tribunas
José Manuel García
Con las uñas
El que Mazatlán haya logrado el triunfo este sábado ante los Mayos debe tener contentos a muchos, pero no hay mucho para celebrar.
Los Mayos, el peor equipo de la liga, el más chico, el que tiene un plantel limitado, vino al Teodoro Mariscal a ganar su primer partido de la temporada y se quedó a cinco outs del segundo.
Sí, el equipo de la década, el de las seis finales seguidas, no ha podido en casa. La última victoria en su terruño había sido el 29 de enero en la final ante Naranjeros de Hermosillo.
Tuvo que venir un ataque de última hora para poder sacar la victoria. Habían pasado seis rondas y solamente Francisco Javier Lizárraga había dado de hit.
Uno tras otro desfilaban y no podían embasarse. Y eso que Azael Álvarez y Rodolfo González no son unos grandes lanzadores.
Tuvo que salir Héber Gómez a remolcar la del empate y Jon Weber a poner las cosas en paz.
En el pitcheo no hay problemas, falta gente que traiga carreras al plato, un pelotero chispa que haga el 1-2 con Weber. Después de él, difícilmente encontramos a alguien con la pimienta del estadounidense.
No quiero defender ni a Elliot Johnson ni a Matt Clark, pero mientras que los tengan en posiciones que no son las de ellos, éstos tendrán más preocupaciones por su guante.
Cuando a Johnson lo pusieron el short stop se vio como pez en el agua y logró buenos contactos. Clark ha batallado muchísimo en los jardines.
De hecho, en el segundo de la serie lo sentaron y salió como emergente a dar un hit clave.
Mazatlán tiene que entrar en ritmo bateador. Ya cayó la primera victoria en casa, esperemos que vengan muchas más.
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