EN LAS TRIBUNAS
José Manuel García
Le faltan hue… a "Chucho"
Desde antes de que Jesús Ramírez tomara las riendas del América, había gente que decía que no era el técnico que necesitaban.
No quería hacer caso, confiaba en su capacidad, pero veo que todos esos “expertos” tenían razón.
En el duelo del miércoles ante Toluca demostró lo miedoso que es. Y creo que me quedo corto.
“Chucho” Ramírez no tiene los tamaños para estar al frente del América.
Cómo es posible que no modifique su tradicional formación con SÓLO UN delantero, aunque vaya abajo en el marcador.
Daniel Márquez luchó solo ante tres defensas toluqueños en todo el primer tiempo, Enrique Esqueda estaba perdido en la banda derecha, el “Rolfi” tenía que ir hasta la media cancha por la pelota y Jean Beausejour salió lesionado.
O sea, el esquema estaba perdidísimo, no había ataque ni por el centro, izquierda o derecha.
Y “Chucho”, en el Limbo.
Con la salida de Beausejour, pensé que con el ingreso del “Negrito” Sandoval, se irían dos en punta, pero no. El ex chiva entró en la misma posición del chileno y en la delantera quedó solamente un hombre.
Porqué no arriesgar y meter al muchacho Antonio López a jugar como otro centro delantero, porqué no sacrificar a un medio de contención desde más temprano y no cuando faltan 8 minutos para el final, porqué no mover las piezas a la hora exacta.
¿Porqué?
Porque es un miedoso y cobarde, que prefiera perder “dignamente” o por pocos goles, que arriesgar y que lo goleen.
Me rehúsaba a creer que no eran ciertas las críticas hacia “Chucho”, pero me doy cuenta de que su lugar está con los morrilllos, a esos que sí puede mangonear.
Y a pesar de todo se crearon jugadas importantes, pero Esqueda se encargó de echarlas por la borda, en otra de esas actuaciones pésimas para un joven que tiene potencial, pero que desgraciadamente se pierde por buen rato.
Falta Salvador Cabañas, sí, pero siempre hay que tener a alguien atrás. Sí, están Márquez, López, Juaco Martínez, Miguel Layún, entre otros, pero necesitan jugar para poder desarrollarse. En la banca no aprenden.
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